‘Guerra de aranceles’ entre EE.UU. y México: ¿Cuáles son los efectos en la industria alimentaria?

‘Guerra de aranceles’ entre EE.UU. y México: ¿Cuáles son los efectos en la industria alimentaria?

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La tarifa de hasta 25% impuesta por el mandatario de Estados Unidos altera cadenas de suministro, sube costos y ya afecta alimentos mexicanos. Le contamos cómo impacta en el mercado de ambos países.


La reciente imposición de aranceles, que alcanzan hasta un 25% sobre varios productos alimentarios mexicanos, ha generado incertidumbre en productores y comerciantes de ambos lados de la frontera. La iniciativa, impulsada por el presidente Donald Trump, tiene implicaciones directas en la disponibilidad de frutas, verduras, carnes y bebidas que abastecen diariamente a los consumidores en Estados Unidos.

Como resultado, se anticipan incrementos notables en el precio de productos de alta demanda, así como ajustes en los planes de negocio de compañías que dependen de esta importación. Analistas sostienen que este paso es uno de los más drásticos en los últimos años de relación bilateral. Pero, ¿cuáles son los productos más afectados en esta ‘guerra de aranceles’?

Frutas y verduras en el limbo

México provee un volumen significativo de alimentos básicos y especializados al mercado estadounidense, por lo que estas tarifas pueden alterar la dinámica de suministro. De acuerdo con estimaciones oficiales, más de 60% de los aguacates consumidos en territorio estadounidense proviene de huertas mexicanas. Asimismo, los productores mexicanos aportan cerca del 50% de los tomates frescos, sustentando gran parte de la industria de salsas y conservas. Este escenario implica que los consumidores estadounidenses verán un aumento notable en los precios, afectando tanto la canasta familiar como la oferta de restaurantes.

Un caso particular es el del aguacate, que cuenta con una participación superior al 80% en el mercado de Estados Unidos si se considera la demanda total del fruto. Su encarecimiento repercutiría directamente en la industria gastronómica, pues este producto se utiliza en guacamole, ensaladas y múltiples líneas de alimentos procesados.


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Ligado a lo anterior, el tomate mexicano, responsable de la mitad de las importaciones, enfrenta también el impacto de los nuevos gravámenes. Las cadenas de comida rápida y marcas de alimentos envasados se verán en la obligación de reformular recetas o bien buscar proveedores alternativos, un proceso que no siempre garantiza la misma calidad o cantidad de abasto.

En el caso de los chiles y pimientos, estas hortalizas son esenciales para múltiples elaboraciones, tanto en la cocina de hogares como en la producción industrial de salsas y conservas. El alza en sus costos podría traducirse en menores márgenes de ganancia para los fabricantes, quienes podrían optar por disminuir la porción de estos ingredientes en sus recetas.

Las bebidas alcohólicas no están exentas

Aproximadamente 40% de las cervezas que se consumen en Estados Unidos tiene origen mexicano, con marcas ampliamente reconocidas que generan un sólido flujo de ingresos. Según el Beer Institute, el valor de las exportaciones de cerveza desde México a este país alcanzó los 4.600 millones de dólares en 2023, demostrando la relevancia económica de este rubro. Con la aplicación de los nuevos aranceles, la competitividad de la cerveza mexicana podría verse afectada, abriendo espacio para que cervecerías locales o de otras regiones ganen terreno en los anaqueles.

El sector cárnico y de embutidos en vilo

Dentro de la industria cárnica, México se ha convertido en un pilar para el abastecimiento de pollo, carne de res y cerdo en el mercado estadounidense. Al gravar estas mercancías, se prevé un encarecimiento en productos procesados como embutidos, salchichas y platillos preparados, muy populares en cadenas de comida rápida y menús familiares.

Varios productores estadounidenses evalúan la posibilidad de sustituir estas importaciones con mayor producción local o incluso abastecerse desde otras naciones de América del Sur. No obstante, la adaptación de la cadena de valor a estos cambios podría conllevar lapsos prolongados y costos adicionales.


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¿Cómo reacciona la industria de alimentos?

Las empresas de distribución y comercialización barajan diversas medidas para amortiguar la presión de los aranceles. Entre ellas se destacan:

  • Búsqueda de proveedores alternativos en Sudamérica y otras regiones.
  • Ajuste de recetas para reducir la dependencia de insumos afectados.
  • Revisión de contratos y acuerdos comerciales a fin de renegociar costos.
  • Reconfiguración de centros de distribución para optimizar rutas logísticas.
  • Posible absorción de una parte del incremento en el margen de ganancia para evitar trasladar todo el costo al consumidor.

A pesar de la incertidumbre, algunas compañías valoran la oportunidad de invertir en operaciones dentro de Estados Unidos, como medida para evadir estos gravámenes y mantener el precio final competitivo. Se ha planteado el nearshoring, un modelo que implica trasladar parte de la producción a regiones cercanas, como un camino viable para sortear los impactos fiscales. Sin embargo, esta opción requiere un análisis profundo de costos, regulaciones laborales y disponibilidad de infraestructura que permita sostener la calidad y la constancia del suministro.


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Una pausa en la ‘guerra de aranceles’

Los gobiernos de México y Estados Unidos establecieron un aplazamiento de un mes antes de la implementación absoluta de estos aranceles, con el fin de abrir la posibilidad de alcanzar un acuerdo. La decisión se tomó luego de una conversación entre Donald Trump y la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. Estas conversaciones abarcan no solo el aspecto arancelario, sino también temas colaterales que impactan sectores estratégicos para ambas economías.

La expectativa de los inversionistas y productores es que se logre una salida negociada que evite daños mayores a la competitividad de la cadena agroalimentaria. De lo contrario, el impacto podría extenderse de manera irreversible a múltiples sectores, desde el cultivo hasta la venta al detal.

En este contexto, el sector alimentario se ve obligado a prepararse para diferentes escenarios, incluyendo eventuales ajustes de precios y posibles desabastos si las negociaciones no llegan a un acuerdo favorable. Además de monitorear de cerca los avances diplomáticos, es fundamental generar alianzas con proveedores y reforzar estrategias de abastecimiento para no depender exclusivamente de una sola región.

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