Cuando hablamos de innovación, sobre todo en la industria latinoamericana de alimentos, es común pensar en la tecnología como su principal motor; claramente, el auge de startups tecnológicas en la región que buscan satisfacer necesidades específicas de los clientes, vigoriza el panorama.
Sin embargo, estamos atados a un contexto donde otros factores, además de la tecnología, ofrecen tantas respuestas como preguntas nuevas. Esta es una realidad que debe afrontarse como una oportunidad. Innovación no solo se trata de descubrir formas de hacer las cosas, sino de revitalizar técnicas y productos ya establecidos, llevarlos a nuevas fronteras, y aprovechar su potencial para capturar la atención de nuevas empresas y consumidores finales.
Tendencias como el social listening y la co-creación, aunque ya conocidas en el sector, pueden aprovecharse más allá de su potencial aparente e impulsar el espíritu innovador que necesita la industria. Estos otros caminos, como el desarrollo de productos atendiendo a las tendencias del mercado y en compañía de otras empresas, liberarán a la tecnología de la responsabilidad de traer novedades al sector alimentario.