Enzimas alimentarias impulsan mercado global en expansión

 

Enzimas alimentarias impulsan mercado global en expansión

 

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La creciente demanda de alimentos procesados impulsa el uso de enzimas, optimizando lácteos, panificación y bebidas, con mayor eficiencia y sello natural.


La innovación en el sector alimentario vive un momento clave impulsado por el uso intensivo de proteínas con función catalítica, más conocidas como enzimas. Estas sustancias, provenientes de fuentes naturales, se han integrado en procesos productivos a escala mundial para elevar la calidad, la textura y la estabilidad de los alimentos más consumidos. Su eficacia radica en la precisión con la que aceleran reacciones bioquímicas, abarcando desde la fermentación de bebidas hasta la obtención de texturas más suaves en productos lácteos.

Además de optimizar recursos, reducen el empleo de aditivos químicos y sustancias sintéticas, ofreciendo soluciones más responsables con el medio ambiente. La creciente demanda de productos procesados con un perfil “limpio” ha posicionado a las enzimas como aliadas estratégicas en la cadena de suministro.

Expansión global del mercado de enzimas alimentarias

A nivel global, especialistas del sector coinciden en que el mercado de enzimas destinadas a la industria alimentaria presenta una expansión sostenida. De acuerdo con analistas, las previsiones apuntan a que este ámbito, valorado en 14 mil millones de dólares para 2024, podría escalar hasta los 20 mil 400 millones de dólares hacia 2029.

Esta tendencia, potenciada por una tasa de crecimiento anual compuesta del 7.8%, responde a cambios en el patrón de consumo, mayor interés por el bienestar nutricional y la búsqueda de ingredientes funcionales.

La población, cada vez más exigente, impulsa una producción que garantice no solo sabor, sino también menor impacto ecológico y beneficios adicionales para la salud. Todo ello consolida a las enzimas como instrumentos versátiles y rentables para la industria.


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Aplicaciones clave de las enzimas

La aplicación de enzimas en la industria alimentaria no solo responde a la necesidad de incrementar la producción, sino también a mejorar la calidad intrínseca de productos tan diversos como quesos, panes o bebidas fermentadas. La sustitución de sustancias químicas por proteínas catalíticas naturales posibilita obtener texturas más homogéneas, sabores potenciados y perfiles nutricionales más adecuados.

Un ejemplo paradigmático es la reducción del uso de huevos en repostería mediante soluciones enzimáticas, brindando a los fabricantes europeos la flexibilidad de optar por suministros más éticos sin incrementar costes. Asimismo, las enzimas lácteas de origen no animal constituyen una alternativa prometedora para satisfacer demandas de consumidores con restricciones dietéticas o convicciones éticas determinadas.

La industria láctea, en particular, ha experimentado grandes beneficios con el uso de enzimas capaces de remover lactosa, mejorar la maduración de quesos y realzar sus cualidades sensoriales. Paralelamente, en el segmento de panificación, las enzimas resultan claves para optimizar la fermentación, estabilizar masas y prolongar la vida útil de los productos sin recurrir a conservadores artificiales.

En el campo de las bebidas, su aplicación se extiende a la clarificación de jugos, el refinamiento de vinos y el perfeccionamiento de cervezas artesanales, logrando estándares de calidad más altos. Este panorama impulsa a los productores a integrar enzimas en diversas etapas de la cadena, desde la formulación inicial hasta el ajuste final del sabor. Además, la posibilidad de dosificar mínimas cantidades con efectos potentes se traduce en una mayor eficiencia económica.


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Riesgos asociados al uso de enzimas y sus controles

No obstante, no todas las actividades enzimáticas resultan deseables si no se controlan apropiadamente. La proteólisis excesiva, por ejemplo, puede modificar de forma negativa la textura de embutidos o alterar el amasado en panificación, mientras que la presencia de enzimas que oxidan lípidos puede originar sabores rancios y cambios cromáticos.

Para evitar estos inconvenientes, la industria recurre a técnicas de desnaturalización térmica o procesos de inactivación controlada. Este cuidado selectivo garantiza que las enzimas aporten únicamente los beneficios deseados. Así, el desarrollo tecnológico va de la mano con el control riguroso de procesos, evitando fenómenos indeseables que resten valor al producto final.

La capacidad de las enzimas para reducir el tamaño de los biopolímeros, potenciando características como sabor, palatabilidad y apariencia, ha convertido a estas proteínas en un recurso fundamental. Esto resulta especialmente valioso cuando se busca realzar la funcionalidad de ingredientes proteicos que han sufrido condiciones extremas de procesamiento, recuperando sus propiedades mediante hidrólisis controlada.

Como consecuencia, las empresas logran aprovechar al máximo materias primas y subproductos, minimizando desechos y respondiendo a la creciente demanda de prácticas más sostenibles. Las enzimas no solo ayudan a cumplir estándares nutricionales, sino que también permiten ahorrar energía, agua y reducir químicos. Esta visión integral impulsa una mejor aceptación por parte del consumidor, quien valora atributos como seguridad, menor impacto ambiental y etiqueta “limpia”.


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Diversificación en el mercado de enzimas alimentarias

En el mercado, la oferta de enzimas va acompañada de una diversificación constante. Sobresalen las enzimas provenientes de fuentes vegetales como la papaína (derivada de la papaya) y la bromelaína (proveniente de la piña), ampliamente utilizadas para ablandar carnes, mejorar la solubilidad de proteínas de soya, perfeccionar masas de panadería y realzar sabores específicos.

Su capacidad para generar péptidos de bajo peso molecular facilita la digestión y reduce el potencial alergénico, atributos muy demandados en la actualidad. Esta innovación abre camino a la incorporación de enzimas en formulaciones para snacks, barras energéticas, productos para deportistas e incluso alimentos infantiles.

Proyección futura del mercado de enzimas alimentarias

La integración de las enzimas en el diseño de productos alimenticios funcionales o nutracéuticos es un paso natural en una industria volcada a la diferenciación. El empleo de catalizadores con nuevas especificidades y mayor selectividad en la hidrólisis de proteínas, carbohidratos o lípidos genera ingredientes activos con propiedades únicas.

Además, la búsqueda incesante de enzimas provenientes de fuentes subutilizadas permite valorizar subproductos que antes eran un problema ambiental, como el afrecho de arroz, suero de queso o residuos de pesquería, transformándolos en materias primas valiosas. Esta tendencia no solo atiende las demandas de consumidores interesados en sabores regionales, sino que también ofrece oportunidades a productores locales dispuestos a innovar.

La expansión del mercado de enzimas alimentarias es alimentada por la necesidad de mejorar la eficiencia productiva sin sacrificar la calidad. La emergencia de subproductos con alta funcionalidad, la posibilidad de controlar reacciones secundarias no deseadas y la capacidad para generar perfiles sensoriales atractivos convierten a estas proteínas en un recurso estratégico.

Los nuevos desarrollos en tecnología enzimática, sumados a la investigación sobre fitoproteasas y variantes cisteínicas con modos de acción singulares, multiplican las opciones. No es sorprendente que el sector anticipe un crecimiento notable, impulsado por la sintonía entre los requerimientos del mercado y la versatilidad de las enzimas. Así se consolida un escenario positivo para la diversificación de productos y la apertura de nichos rentables.

La relevancia de las enzimas en la industria alimentaria no se limita al presente, pues su papel se vislumbra aún más decisivo en el futuro próximo. La tendencia hacia el consumo de alimentos más saludables, con ingredientes funcionales y orígenes transparentes, promueve el desarrollo de nuevas enzimas y métodos de aplicación.

La recuperación de propiedades en proteínas “maltratadas” por procesos severos, su conversión en ingredientes útiles, la obtención de péptidos con valor agregado y la economía circular asociada a la valorización de residuos, apuntan a un nuevo paradigma.

Esta innovación permanente garantiza que las enzimas continúen impulsando un mercado global en crecimiento, al tiempo que responden a la demanda de consumidores, reguladores y productores. Así, se configura un horizonte prometedor donde la biotecnología enzimática seguirá marcando la pauta en la evolución del sector alimentario.

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